Ayer aproveché rato libre para irme al centro; a la vuelta caminé hasta el GAM (cierta equivalencia al MACBA, para los barceloneses); siempre me gustó ese pez de mimbre que cuelga en uno de sus techos, ... pero poco me decía hacer una foto de un "objeto" que me gustaba; anoche encontré otro ángulo, ... y el regalo de unos danzarines que precalentaban (supongo) antes de ensayo en uno de los halls del segundo piso; el pez ya tenía una compañía que me parecía interesante ...
Quizás este pez volador y su trasfondo vidrioso de bailarines en estado de expectación pudieran ser pensados bajo la lógica del “realismo mágico”. De algún modo, la fantasía de lo concreto inscrita dentro de esta imagen, hace de ella un objeto visual que modifica la realidad y crea la ilusión de un mundo habitado por peces voladores y bailarines expuestos que ensayan sus pasos antes de salir a escena. Una escena que va conformando un mundo (o un entramado) de sensaciones sosegadas que coagulan en una serie de formas y relaciones dominadas por un fuera de lugar (el pez no está en el agua, los bailarines no están en el escenario) que fabrica un universo paralelo de representación fantasmagórica o subterránea. El instante capturado podría crear la ilusión de estar contemplando el momento figurable de un estar a destiempo, fabricando una fotografía nocturna, voladora, danzante y acuática que se inscribe como un tiempo fotográfico que se moviliza como modernidad estética, encantada y encantadora, que no sé muy bien porque me lleva a pensar en esa famosa frase de Marx en la que “todo lo sólido se desvanece en el aire”.
2 comentarios:
Ayer aproveché rato libre para irme al centro; a la vuelta caminé hasta el GAM (cierta equivalencia al MACBA, para los barceloneses); siempre me gustó ese pez de mimbre que cuelga en uno de sus techos, ... pero poco me decía hacer una foto de un "objeto" que me gustaba; anoche encontré otro ángulo, ... y el regalo de unos danzarines que precalentaban (supongo) antes de ensayo en uno de los halls del segundo piso; el pez ya tenía una compañía que me parecía interesante ...
Quizás este pez volador y su trasfondo vidrioso de bailarines en estado de expectación pudieran ser pensados bajo la lógica del “realismo mágico”. De algún modo, la fantasía de lo concreto inscrita dentro de esta imagen, hace de ella un objeto visual que modifica la realidad y crea la ilusión de un mundo habitado por peces voladores y bailarines expuestos que ensayan sus pasos antes de salir a escena. Una escena que va conformando un mundo (o un entramado) de sensaciones sosegadas que coagulan en una serie de formas y relaciones dominadas por un fuera de lugar (el pez no está en el agua, los bailarines no están en el escenario) que fabrica un universo paralelo de representación fantasmagórica o subterránea. El instante capturado podría crear la ilusión de estar contemplando el momento figurable de un estar a destiempo, fabricando una fotografía nocturna, voladora, danzante y acuática que se inscribe como un tiempo fotográfico que se moviliza como modernidad estética, encantada y encantadora, que no sé muy bien porque me lleva a pensar en esa famosa frase de Marx en la que “todo lo sólido se desvanece en el aire”.
Publicar un comentario