La imagen de la soledad del ascensorista. No sabemos quién es, no podemos reconocer su fisonomía, pero podemos imaginar el tedio de subir y bajar, podemos imaginar el cubículo, podemos pensar en la inocencia de la estructura, en como la escenografía lo envuelve, lo materializa y al mismo tiempo lo diluye dentro de una arquitectura interior que lo lleva de arriba abajo, de abajo arriba, navegando por el interior de un centro, a la espera de un sueño propio succionado por su no-centro, que se materializa como un síntoma que no acaba nunca de manifestarse. Ahí sentado en la fragilidad del tiempo vertical, del arriba y del abajo, la soledad del ascensorista es una imagen que se pronuncia como un tejido que va tejiendo lazos…
2 comentarios:
... dedicada a mi amigo Alejandro Lazo
La imagen de la soledad del ascensorista. No sabemos quién es, no podemos reconocer su fisonomía, pero podemos imaginar el tedio de subir y bajar, podemos imaginar el cubículo, podemos pensar en la inocencia de la estructura, en como la escenografía lo envuelve, lo materializa y al mismo tiempo lo diluye dentro de una arquitectura interior que lo lleva de arriba abajo, de abajo arriba, navegando por el interior de un centro, a la espera de un sueño propio succionado por su no-centro, que se materializa como un síntoma que no acaba nunca de manifestarse. Ahí sentado en la fragilidad del tiempo vertical, del arriba y del abajo, la soledad del ascensorista es una imagen que se pronuncia como un tejido que va tejiendo lazos…
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