Temuco en pleno invierno; mañana desde casa de mi amigo Pedro Pastor; noche en barrio estación con el agua que no paraba; la lluvia era una compañia constante durante meses en la infancia; un sonido de fondo suave o no tanto; a veces paraba y quedaban las canaletas sonando a un ritmo goteante; después ya volvía
Al observar las formas y el desafío que la foto –lluvia en Temuco (versión mañana)- nos propone entro en el juego de las interpretaciones, en la búsqueda de una expresión y en el desciframiento de una enunciación (representación). Intento encontrar el camino al cual pertenecen los sentidos dispersos asociables a esta imagen. Inevitablemente ingreso en el territorio de la abstracción, que pertenece a otra dimensión, una que se encuentra en retirada, replegando y adjurando de la realidad y de la naturaleza de las cosas, para inmediatamente absorber los sentidos y construir una esfera que concierne al ámbito de la expansión, el despegue y la dilatación que resuena y se despliega en formas, posibilidades y variaciones que le proporcionan a esta foto una existencia concreta y un sentido que pasa de la singularidad a la pluralidad. De este modo, me sumerjo en la imagen ya sea fijando mi vista en las gotas que recorren el vidrio, ya sea intentado descifrar el trasfondo indefinido o bien mirando el conjunto bellamente abstracto y abstrayente y, buscar en la abstracción, formas disímiles como quien juega a buscar rostros y formas en las nubes… En fin, sea como sea, esta hermosa imagen encuentra, a mi modo de ver, su maridaje en una inquietante frase recientemente leída a Tadeusz Kantor: “Cualquier intento por representar una forma imposible, es de por sí una clase muerta”. Y en conjunto (frase e imagen) me conducen a pensar en la relación entre la palabra-ciega y la visión-muda, para luego deambular por las habitaciones de lo indescifrable y lo abstracto que se propaga, en esta fotografía, como una visualidad en expansión.
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Temuco en pleno invierno; mañana desde casa de mi amigo Pedro Pastor; noche en barrio estación con el agua que no paraba; la lluvia era una compañia constante durante meses en la infancia; un sonido de fondo suave o no tanto; a veces paraba y quedaban las canaletas sonando a un ritmo goteante; después ya volvía
Al observar las formas y el desafío que la foto –lluvia en Temuco (versión mañana)- nos propone entro en el juego de las interpretaciones, en la búsqueda de una expresión y en el desciframiento de una enunciación (representación). Intento encontrar el camino al cual pertenecen los sentidos dispersos asociables a esta imagen. Inevitablemente ingreso en el territorio de la abstracción, que pertenece a otra dimensión, una que se encuentra en retirada, replegando y adjurando de la realidad y de la naturaleza de las cosas, para inmediatamente absorber los sentidos y construir una esfera que concierne al ámbito de la expansión, el despegue y la dilatación que resuena y se despliega en formas, posibilidades y variaciones que le proporcionan a esta foto una existencia concreta y un sentido que pasa de la singularidad a la pluralidad. De este modo, me sumerjo en la imagen ya sea fijando mi vista en las gotas que recorren el vidrio, ya sea intentado descifrar el trasfondo indefinido o bien mirando el conjunto bellamente abstracto y abstrayente y, buscar en la abstracción, formas disímiles como quien juega a buscar rostros y formas en las nubes… En fin, sea como sea, esta hermosa imagen encuentra, a mi modo de ver, su maridaje en una inquietante frase recientemente leída a Tadeusz Kantor: “Cualquier intento por representar una forma imposible, es de por sí una clase muerta”. Y en conjunto (frase e imagen) me conducen a pensar en la relación entre la palabra-ciega y la visión-muda, para luego deambular por las habitaciones de lo indescifrable y lo abstracto que se propaga, en esta fotografía, como una visualidad en expansión.
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